Giarratana (34 km. desde Ragusa; 3411 habitantes) la antigua “Cerretanum”, el más pequeño centro habitado de la provincia. Situada antes del terremoto en un sitio diferente, actualmente llamado Terravecchia, presenta una instalación regular con calles rectas y anchas que unen la parte baja con la parte alta de la ciudad.
La ciudad se extiende en modo ordenado y armónico, casi encastillado entre montañas y llanuras. El territorio, inserido en los montes Ibleos, si se excluyen algunas zonas, es sobre todo montañoso y está atravesado por el río Irminio, que tiene el manantial a los pies del monte Lauro.
A casi 10 km. de la ciudad, a lo largo de las pintorescas faldas del Irminio, está el embalse de S.Rosolia, que representa para Giarratana una segura fuente de bienestar, no sólo para la agricultura sino también para el turismo, constituyendo con el encierre, un magnifico lago y un bellísimo panorama.
Las orígenes de Giarratana son muy antiguos. El pueblo, antes del terremoto del 1693, estaba situado en otro lugar, llamado ahora Terravecchia. En sus alrededores han sido descubiertas estaciones prehistóricas, como la de Scalina, que se remonta al segundo milenio a.C., y Donna Scala, de un período más recente. En estas estaciones se tiene ya la evidencia histórica que la zona ha sido habitada por pueblos antiguos, seguramente Sículos.
El lugar que ha dado mejores resultados arqueológicos es el del monte Casale, en la cercanías de monte Lauro. Algunos quieren que sea Acrilla, otros Herbessus, pero más probablemente se trata de Kasmenai, la mítica ciudad fundada por los griegos- siracusanos, en los límites de sus dominios, y que desenvolvía por su excepcional posición una admirable parte estratégica-militar.
No se tienen documentos anteriores al período normando, sino sólo noticias de su existencia. Las primeras noticias históricas de Giarratana, hacen suponer que haya pertenecido, junto al Condado de Ragusa, a Goffredo, hijo del conde Ruggero.
En el período suevo Enrico VI, rey de Sicilia, dona la ciudad en 1195 a Rinaldo de Acquaviva, familiar suyo. Bajo el dominio de Manfredi la llevó Gualtiero de Caltagirone, al cual confirmó la posesión Pietro I de Aragón, después del rechazo de los Franceses.
Después del período de los Chiaramonte el Condado de Modica pasó al Cabrera, que añadió al Condado también Giarratana y otras ciudades, constituyendo por primera vez el entero territorio de la actual provincia. Pero Cabrera, después de un período de desgracias, para pagar sus deudas, tuvo que vender además de otras ciudades, también Giarratana a Guglielmo e Nicoló Casasagia, recomperada luego por Simonetto Settimo en 1454. Esta familia llevó Giarratana por mucho tiempo.
La antigua Cerretanum con el terremoto del 11 enero del 1963 tuvo 541 muertos y el habitado fue completamente destruido. Entonces se decidió de reconstruir la nueva Giarratana sobre un monte cercano llamado Poju di li ddisi, donde actualmente está, más expuesta al sol y en una posición más feliz.
Después de la reconstrucción la historia de Giarratana se une a la de toda la provincia.
La economía de Giarratana se basa casi exclusivamente en la agricultura, con una óptima producción de trigo, legumbres, aceite, almendras y otros productos de la tierra.
Apreciada la producción de cebollas, tan que en estos últimos años, para reclamar este producto local ha sido introducida, entre las fiestas del mes de agosto, la “Feria de la cebolla” (el día 14). Esta sabrosa hortaliza, de color blanco, de forma chata y de grande tamaño, se cocina en varias maneras, cocida y cruda y servida con vino y queso.
Dedicamos buena parte de nuestra visita a las iglesias: la de S.Bartolomeo Apostolo, la de S.Antonio Abate y la Iglesia Madre.
La primera, del siglo XIII, es un típico ejemplo de barroco siciliano: el interior, basilical, en tres naves, presenta estuques y frescos de apreciada factura. Escenas del Nuevo Testamento que se remontan al 1836 se encuentran en la bóveda de la nave central.
La segunda, en posición elevada, reconstruida sobre el 1748, presenta un hermoso juego de parástades y semicolumnas. También aquí, tenemos que subrayar la hermosura de los estuques y de algunas estatuas, entre las cuales la de la Virgen de la Nieve, patrona del pueblo.
La tercera, la Iglesia Madre, de prospecto macizo, y de la fachada tardo-renacimental, tiene paredes perimetrales muy anchas. Entre las mayores obras del interior recordamos el cuadro de la Anunciada, del 1790, el de las Ánimas Purgadas, la estatua de S.José y aquella en madera de S.Bartolomeo, encontrada en la Giarratana antigua.
En la parte alta de la ciudad se pueden ver los rastos del castillo del 1703. Si dejamos Giarratana en dirección de Palazzolo Acreide, recorriendo una carretera que sube hacia el monte Lauro, podemos pararnos en Casmene, colonia siracusana fundada en 644, luego decaída y abandonada.
Bajando hacia Ragusa se puede ver la cuenca de un embalse en un espléndido panorama.
Volviendo hacia la capital, superando el río Irminio podemos visitar una pequeña fracción de Ragusa, San Giacomo, con su grande cortijo, llamado Torre de San Giacomo.