Enna, el denominado por los poetas Umbilicus Sicilae conserva intacto el sentimiento religioso transmitido a lo largo de los siglos por las procesiones de Semana Santa. Situada en el centro de Sicilia, su posición a 1000 metros sobre el nivel del mar, permite dominar toda la provincia, e incluso en días despejados los dos extremos de la Sicilia, el Volcán Etna y Erice.
En silencio, el turista puede pensar por momentos que no ha salido de España, y que los cofrades cubiertos por sus capirotes casi siniestros, portan a sus imágenes hacia cualquier iglesia de Castilla o Andalucía. La procesión de Viernes Santo de Enna despierta tanto a creyentes, como a ateos, un sentimiento de solemnidad, palpable en los gentíos que acompañan la procesión. Fueron los españoles quienes en el siglo XVI introdujeron estas procesiones que llevan a cabo 15 cofradías enraizadas con los diferentes gremios profesionales.
Sin embargo, no es sólo el folclore el único aliciente de Enna, ya que la ciudad dispone de importantes vestigios arquitectónicos como el Castillo suevo-aragones di Lombardia.
Enna o Henna como originalmente se denominaba a la colonia fundada por los colonos griegos de Gela que en el 664 a.c fue denominada hasta 1927, cuando adquirió la importancia de capital de provincia, Castrogiovanni, a iniciativa de Mussolini.
Gracias a su situación privilegiada y a su compleja estructura militar fue uno de los principales puntos de defensa de la Sicilia medieval. De hecho Enna fue sucesivamente asediada y conquistada por bizantinos, árabes, suevos y aragonés. El castillo actual se construyó sobre uno árabe que restauraron los normandos.
Fue Federico II de Suevia quién fortificó el relieve irregular de Enna con un sistema de veinte torreones de los que se conservan tan solo seis. El más alto, el de Pisana ofrece las vistas más privilegiadas de la ciudad.
Sobre un promontorio cercano al castillo se halla la Rocca di Cerere, cuna del culto a la Diosa Ceres (siglo VII a.c.) del que sólo se conservan las bases.
Un paseo por Enna, -con una chaqueta la mayor parte del año ya que la altitud provoca que la niebla y el frío sean constantes- nos llevará hasta el teatro Piazzale delle Armi, el teatro al aire libre a mayor altura de Sicilia.
Siguiendo por vía Roma se llega a la Catedral de Enna, dedicada a la virgen Maria en 1307 por Leonor, mujer de Federico II de Aragón. Un grave incendio en 1446 destruyó la catedral que tras la restauración sólo conserva el ábside original. La fachada levantada sobre una escalinata se cubre con una verja trabajada con motivos mitológicos. Ya en el interior, impresiona su amplitud y la variedad de estilos, con columnas de roca basáltica que separan las tres naves; un púlpito manierista del siglo XVIII; una verja del harén de un castillo árabe; mármoles policromados, y la Virgen de la Visitación, patrona de Enna, escultura del siglo XV que cada 2 de Julio es sacada en procesión sobre una carroza ricamente adornada denominada “la nave de oro”.
Adosado a la catedral de Enna se encuentra el Museo Alessi que cuenta con el tesoro de la catedral, obras de la orfebrería siciliana y una destacada colección numismática. Al final de la ciudad encontramos la torre de Federico II que formaba junto al castillo la línea de fortificaciones que consolidaron los aragoneses.
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