Ragusa

No es justo dejar fuera de ningún recorrido por Sicilia la ciudad de Ragusa. Una “isla dentro de la isla” como la denominan los que la conocen bien, por tratarse de una provincia tradicionalmente ajena al movimiento urbano de las masificadas Palermo y Catania. La división de la ciudad en Ragusa Ibla, la ciudad antigua que sufrió el terremoto de 1693 y que posteriormente fue redificada; y la nueva Ragusa, el asentamiento moderno se percibe en el cambio de relieve. Las casas se encaraman en la colina Iblea, luchando por no precipitarse, aferradas a la tierra.

Panorámica de Ragusa Ibla
Panorámica de Ragusa Ibla

Qué ver en Ragusa – Ruta por la ciudad

Podemos iniciar nuestra visita a Ragusa en la via Roma, centro comercial de la ciudad moderna donde nos dejará el autobús de Palermo o Catania. En uno de los pisos del hotel Mediterráneo (con acceso por la via Natalelli) encontramos el Museo Arqueológico enclavado sobre los yacimientos del período prehistórico, entre los que abundan los pertenecientes a la Edad de Bronce (1800-1400 a.C.) que testimonian la presencia de una serie de poblados sículos.

En diferentes secciones del museo podemos encontrar restos cronológicamente ordenados de los yacimientos de las necrópolis de Passo Marinaro, de Rifriscolano y Dieci Salme, pertenecientes a la ciudad griega de Camarina (s. VII – s. III AC); los yacimientos siculi arcaicos y clásicos, está dedicada a los centros indígenas de Monte Cassia de Licodia Eubea y de Castiglione; además de yacimientos helénicos de la población anónima en la comarca de Scornavacche, en los alrededores de Chiaramente Gulfi, donde se han descubierto varios hornos, prueba de la actividad de los ceramistas, muy desarrollada en esa zona; hallazgos de los asentamientos romanos y tardo-romanos, principalmente procedentes de la zona de Cucana, en las proximidades de S. Croce Camerina, de la que se ha conservado una reconstrucción de un trozo de mosaico con figuras animales.

Saliendo del museo tenemos enfrente el valle de S. Domenica, atravesado por tres puentes que unen la Ragusa del settecento con la del novecento. El que está en el centro, el puente viejo (actualmente abierto sólo para peatones) fue construido por el padre Cappuccino 1835.

Volviendo a vía Roma, y andando en dirección norte, encontramos el corso Italia, que atraviesa Ragusa en dirección este-oeste. Cruzando el corso Italia, en el número 109 podemos admirar el palazzo Schinina, restaurado recientemente y actual sede del obispado. Al fondo de la via Roma en dirección norte llegamos a la rotonda, desde la que se puede disfrutar de una interesante vista del valle del S. Leonardo, ejemplo de valle de cañón típico de los Iblei. Volviendo atrás y bajando por el corso Italia llegaremos a la piazza S. Giovanni.

La catedral de S. Giovanni Battista se inició en 1706 y después de varias interrupciones fue finalizada y consagrada en 1778. Es obra de dos maestros constructores: Mario Spata y Rosario Boscarino. Su amplia fachada barroca tiene tres portales, el central ornamentado con tres estatuas que representan la Immacolata, el Battista y S. Giovanni Evangelista. Tiene interés, siempre en la fachada, el reloj solar recientemente restaurado.

El interior, de tres naves en cruz latina, está ornamentado con fastuosos estucos. La estatua del santo en piedra pece (piedra calcárea con betún) (1513) es obra de Angelo Rocchetti y proviene del antiguo templo dedicado al santo, destruido en el terremoto de 1693. Por su parte, la talla de madera (1858) que se saca en procesión por la fiesta del patrono el 29 de agosto, con gran participación del pueblo, es obra del ragusano Carmelo Licitra, llamado “Giuppino”. En el interior de la catedral también se conservan varios cuadros entre los que destaca Cristo del Manno, S. Filippo Neri del Conca, i S. Gregorio Magno de Paolo Vetri.

Al lado de la catedral, en el corso Italia, protegido con andamios por motivos de seguridad, pues habían caído algunos trozos de la cornisa, está el Collegio di Maria, construido el 1796 por D. Felicia Schinina. El interior, de planta central, conserva cuadros de Tommaso Pollaci.

Bajando por corso Italia se encuentran algunos bellos palacios del settecento entre los que destaca el Palazzo Lupis, notable por sus estupendas ménsolas. Una vez en piazza Matteotti, a la izquierda tenemos el Palazzo delle Poste y en la misma calle el Palazzo del Comune (1880), ampliado en 1929 para acoger la Prefettura. En el interior del salón de recepciones se pueden contemplar frescos de Duilio Cambelotti (1933).

Bajando se cruza la via S. Vito, que conduce al puente “nuovissimo” (1964) que cruza el valle de S. Domenica. (A unos 100 m, en la esquina con corso Vittorio Veneto se encuentra el Palazzo Zacco, barroco, con las ménsolas de los balcones ricamente decoradas. Si continuamos bajando por corso Italia, en el número 35 está el Palazzo Bertini con sus famosas máscaras grotescas puestas como clave de bóveda sobre tres ventanas, objeto de frecuentes tomas fotográficas.

Siempre bajando, a mano derecha cruzamos la via Scuole, que conduce a la iglesia del Carmine, fundada en 1560. La iglesia, que fue reconstruida en el settecento, fue derruida en los años 50 y en su lugar hay un moderno santuario. El corso Italia empalma aquí con la via XXIV Maggio y enseguida a la izquierda encontramos un quiosco construido en 1838 en agradecimiento a la Madonna por haber acabado con la epidemia de cólera, justo al abrigo de la casa del doctor Giuseppe Carbonaro, que con tanta valentía trabajó para combatir la enfermedad.

Hemos llegado al corso Mazzini, calle serpenteante que nos lleva a Ragusa Ibla, y enseguida a la derecha está la iglesia de S. Maria delle Scale o delle Cateratte, reedificada después del terremoto del 1693, y que conserva, de la primitiva iglesia cuattrocentesca y del Renacimiento, un púlpito gótico en el exterior así como capillas gótico-catalanas y del Renacimiento en el interior; a destacar un relieve polícromo en terracota, recientemente restaurado, que representa el tránsito de la virgen de escuela gaginesca (1538). Desde la iglesia se puede admirar uno de los más bellos panoramas de Ragusa Ibla.

Siguiendo nuestro descenso hacia Ibla, por la escalinata llegamos a una plazoleta entre las escaleras y, a la izquierda, podemos admirar el espectacular palacio barroco de la Cancelleria ricamente decorado.

Si lo rodeamos nos encontraremos frente a la Iglesia della Madonna dell’Idria, reconstruida después del terremoto del 1693 sobre una iglesia anterior fundada en 1629 por el orden de los Cavalieri di Malta.
Iglesia della Madonna dell'Idria en Ragusa
Iglesia della Madonna dell’Idria en Ragusa

El campanario está revestido con cerámica polícroma de Caltagirone. Justo al lado de la iglesia se halla el Palazzo Cosentini con sus fantasiosas ménsulas con figuras grotescas y máscaras de entre las más bellas de Ragusa.
Nos introducimos en la piazza Repubblica, llamada también piazza degli Archi porque durante años estuvo cruzada por las arcadas de un acueducto. Domina el espacio la iglesia delle Anime Sante del Purgatorio, situada en la cima de una empinada escalinata y cerrada por una verja. El campanario, ligeramente separado de la iglesia, tiene sus cimientos sobre las antiguas murallas bizantinas.

En el interior se conservan algunos cuadros de notable interés: en el altar mayor le Anime Purganti de Francesco Manno, en los altares laterales la Madonna del Rosario de Antonino Manno y la Sacra Famiglia de Tommaso Pollaci.

Prácticamente pegado a la Iglesia del Purgatorio, a mano derecha, está el settecentesco Palazzo Sortino Trono, rico en esculturas y macizas ménsolas que sustentan los cuatro balcones. De reciente adquisición por el Ayuntamiento, ospedará el “Museo d’arte contemporanea” y la “Civica raccolta Carmelo Cappello”.

Tras recorrer toda la via del Mercato, que se asoma al valle del S. Leonardo, seguimos recto por la via Chiaramonte donde, a mano derecha, encontramos la entrada secundaria del sobrio Palazzo Battaglia, mientras que el acceso principal está en via Orfanatrofio, y continuando calle abajo llegamos a la Iglesia dell’Immacolata. Ésta surge sobre el antiguo convento de los frailes Minori Conventuali. De la antigua construcción se conserva solamente un portal gótico y la torre del campanario.

Recorriendo la via Ten. La Rocca y girando por la via Giardini llegamos al Giardino Ibleo en cuyo interior encontraremos tres iglesias. La primera, de S. Domenico, erigida en 1569 y reconstruida después del terremoto del 1693, está pendiente de restauración.

La Iglesia di S. Giacomo (s. XIV), originalmente de tres naves, fue reconstruida sobre la nave que resistió el terremoto de 1693. Sobre el campanario hay tres esculturas: a la derecha S. Giovanni Evangelista, en el centro S. Giacomo, representado según la tradición española a caballo y en acto de combatir a los musulmanes.
En el interior podemos ver el techo de madera pintado por el ragusano Matteo Battaglia y a la derecha del presbiterio se puede admirar un crucifijo del seiscientos, de escuela española.

Aún en el interior de los Giardini encontramos la Iglesia dei Cappuccini, reconstruida después del terremoto de 1693 juntamente con el convento; conserva en su interior un tríptico de Pietro Novelli con l’Assunta, S. Agata y S. Agnese, y es, sin duda alguna, el cuadro más bello de toda la provincia.

Saliendo del jardín a mano izquierda encontramos el Portale di S. Giorgio, de estilo gótico-catalán del s. xiv, única puerta que se conserva de la antigua Iglesia di S. Giorgio destruida por el terremoto de 1693; sobre la luneta se puede entrever un relieve de S. Giorgio matando al dragón.

Detalle San Giorgio

Subimos por la via 25 Aprile y enseguida a la derecha cruzamos la Iglesia di S. Tommaso, reedificada después del terremoto sobre los restos de una preexistente iglesia normanda dedicada a S. Maria di Valverde. En el interior una fuente bautismal de piedra pece (piedra calcárea con betún) de 1500 sobre el altar mayor Madonna del Caramelo, cuadro atribuido a Vito d’Anna.

Si se continúa subiendo por la via 25 Aprile se llega a la piazza Pola donde encontramos la Iglesia di S. Giuseppe. La fachada, que evoca los motivos arquitectónicos de la Iglesia de S. Giorgio, pertenece seguramente a la escuela del Gagliardi. En su interior de planta oval se conservan pinturas de Matteo Battaglia S. Famiglia di Tommaso Pollace, S. Geltrude e S. Benedetto de Giuseppe Cristodoro, SS. Trinità y, en el techo, Gloria de S. Benedetto de Sebastiano Lo Monaco.

Siguiendo por via 25 Aprile llegamos a la piazza Duomo y entre un conjunto de palacios barrocos aparece el Duomo di S. Giorgio, obra del arquitecto de Siracusa Rosario Gagliardi, que firmó varias obras importantes en todo el valle de Noto. Iniciado en 1738, en el lugar en el que se erigía la Iglesia di S. Niccolò (destruida por el terremoto de 1693), se terminó de construir en 1775. Gagliardi explota la idea original de la fachada torre, utilizada en otros proyectos, realizando un templo de forma esbelta que es uno de los más bellos del barroco siciliano.

Duomo di San Giorgio en Ragusa
Duomo di San Giorgio en Ragusa

La  alta cúpula, 43 m, fue terminada en 1820 y es obra de Carmelo Cultrari. Una verja de hierro colado (1880) obra de Angelo Paradiso rodea la escalinata de 54 escalones. El interior es de planta en cruz latina, las vidrieras historiadas representan el martirio del Santo y son de 1926 y diseño de Amalia Panicati.

Un apreciable relieve en madera se puede admirar sobre la puerta mayor. Las pinturas: la Immacolata, Gloria di S. Nicola, Angelo Custode de Vito d’Anna, S. Gaudenzia de Antonio Manno.

Mapa de Ragusa Ibla
Mapa de Ragusa Ibla

Actividades y Tours en Ragusa

Excursiones desde Ragusa

A pocos kilómetros de Ragusa en dirección sur, asomada al mar africano, se encuentra Marina de Ragusa, la antigua Mazzarelli, nombre árabe que significa “pequeño suburbio”.

Pueblo de pescadores, en su puerto se embarcaba todo lo que se producía en el interior de la provincia de Ragusa y estaba destinado a la exportación de cereales, quesos etc. Fue dotado de una torre de vigilancia y defensa contra las incursiones piratas en el s. XVI. Pero el verdadero desarrollo de Mazzarelli se inició hacia 1870 cuando en Ragusa se abrieron las primeras minas de alquitrán que, después de su extracción, era transportado por centenares de carreteros al cargador y de allí exportado y destinado a asfaltar las calles de todo el mundo: París, Berlín, Londres, Amsterdam, Buenos Aires, Pequín, etc.

La expansión se reanuda a partir de los años 60, cuando Marina Ragusa se convierte en lugar de veraneo. Dotada de amplias playas con fina arena dorada, posee óptimas infraestructuras de ocio y buenos locales públicos. Hoy es un importante punto de referencia para quién quiera pasar unas vacaciones en la playa.

El castillo de Donnafugata se halla a pocos kilómetros de Ragusa, a mitad de la calle de los cinco “zucchi” que desde Castiglione baja a Camarina, rodeado de una rica campiña de algarrobos, caseríos y villas ottocentescas, se encuentra el castillo di Donnafugata. El nombre no tiene nada que ver con su aparente significado (“mujer secuestrada”) pero es probable que sea de origen árabe: ayn as jafat, que significa “fuente de salud”, ya que efectivamente existe una fuente cerca de la estación de ferrocarril.

El castillo, en realidad una gran villa, fue ampliado y tomó la forma actual por obra del barón Corrado Arezzo De Spucches a principios del 900. Ocupa una área de 2.500 m2 y se articula en 122 salas.

La fachada principal está ornamentada con un bello porche en estilo gótico-veneciano, ocho balcones dan acceso a la gran terraza sobre el porche. Bellas ventanas bíforas embellecen las demás fachadas. Entre las salas más importantes recordamos el salón de los blasones, con las paredes decoradas con los blasones de las familias sicilianas más importantes, el salón de los espejos con ricos cortinajes que se alternan con espejos que revisten todas las paredes, la sala de billar, las habitaciones del obispo, la pinacoteca, la sala de música, el salón de fumadores y la biblioteca.

Es interesante notar el amplio uso de la piedra pece (piedra calcárea con betún) local para la pavimentación de las estancias. El castillo está rodeado de un amplio parque de unas 8 hectáreas que el barón Corrado Arezzo, experto botánico, hizo arreglar con especies escogidas por él personalmente. En el interior del parque hay varias construcciones que servían para hacer más agradable la estancia de los huéspedes del barón, entre las que están la coffee house, el templete, el laberinto, una cueva artificial que reproduce un ambiente cárstico, algunos estanques y varios jarrones de Caltagirone diseminados por el parque.