Bronte se halla encastrada en la ladera occidental del Etna, a unos 50 km de Catania y rodeada de una vegetación fértil donde proliferan los pistachos que han hecho famosa a este pequeño pueblo. Desde Bronte se controla el panorama del valle del río Simeto que discurre lento desde el volcán más grande Europa, abriendo camino con su erosión sobre la piedra volcánica.
Si bien el pueblo no es muy grande, el territorio que pertenece a Bronte es vasto, y va desde la cima del cráter central a más de 3.300 metros hasta el Monte Soro ya en el Parque de los Montes Nebrodi (a unos 1.850 m.), y abarcando parte del Parque Natural del Etna o del espacio del río Alcántara.
Como decíamos, el oro verde de Bronte (que cuenta con denominación de origen propia) fue introducido en la isla por los árabes y tiene en su particular «sagra» o fiesta del pistacho, su momento cumbre. Además de los famosos pistachos, presentes en los principales platos y postres de la gastronomía local y regional (como condimento, en helados, licores, postres, turrones, etc…), en Bronte los olivos naranjos y limoneros se recogen y distribuyen en toda la isla, como podemos comprobar en Catania donde los compramos aún con las hojas. Tampoco hay que olvidar que en Bronte abundan los productores de quesos como el pecorino pepato o la ricotta con pistacho, o embutidos realmente sabrosos.
Como decíamos, ir a Bronte supone comprar como recuerdo imborrable alguno de sus productos relacionados con el pistacho, siendo muy recomendable los panitti (dulces de navidad compuestos de almendra, pistacho, higos secos y miel).
En Bronte fue célebre el Collegio Capizzi, ubicado en un palacete del siglo XVIII y donde durante un tiempo se educaba a la élite siciliana que sería la encargada de dirigir los designios de la isla. Paseando por la ciudad podemos ir entrando a curiosear en las numerosas iglesias (como San Giovanni, Annunziata o la del Rosario), alternando con las tiendas que venden productos locales.
A 13 km de Bronte encontramos el castillo Maniace o también conocido como castillo de Nelson, antigua abadía benedictina de Santa María de Maniace del siglo XI que fue reconvertida y fortificada. En 1799 el rey Fernando III de Borbón se la regaló al almirante inglés como obsequio por su ayuda para sofocar la revuelta que había expulsado al monarca de Nápoles. El recinto hoy con un museo cuenta con el templo dedicado a la virgen y cuyo pórtico gótico normando es muy bello, mientras que del castillo apenas se distinguen las torres y parte de las murallas. En el patio interno hay una cruz celta dedicada al almirante.
El pueblo de Maletto se encuentra a apenas un cuarto de hora en coche de Bronte. Se trata de la localidad más alta de la falda del Etna (superando los 3.000 metros de altitud), inmerso en el parque del volcán y con unas vistas del vecino parque natural de las montañas Nebrodi.
Maletto ha sido siempre considerada la puerta al Etna, con un itinerario hacia el volcán que sale del barrio Fontana, alcanza el refugio de Monte Scavo, la pista de esquí de fondo y vuelve hasta el barrio de la Nave, en la vertiente este, al costado de Bronte. Por el camino bosques de robles y castaños, con rebaños de vacas, cerdos y jabalís.