Mazara del Vallo, al sur de la provincia de Trapani, mirando como un balcón al Mediterráneo siempre ha tenido bonitas palabras de los viajeros que la han conocido. El geógrafo árabe al Idrisi decía que la cantidad de bellos lugares que poseía era difícil de superar.
Historia de Mazara
Durante la colonización griega «Mazar» (Roca) estuvo primero a la órbita de la ciudad de Segesta enfrentada a Selinunte que la sometió; hasta que los cartagineses primero y los siracusanos luego pugnasen por ella. Con la derrota de los púnicos los romanos introdujeron la fe cristiana, y vivió los mismos sucesos que el resto de Sicilia, con árabes, normandos, angiovinos y aragoneses sucediéndose, conscientes de la importancia estratégica para vigilar el Canal de Sicilia. El siglo XX significó el desarrollo de la economía pesquera, convirtiéndose en el puerto marinero más importante de Italia. La Fiumara Mazaro vierte sus aguas en el Canal del Puerto, ideal para la descarga de la pesca, o de el vino que llega desde Pantelería.
Último bastión de resistencia árabe frente a los normandos, el aspecto árabe de Mazara es incuestionable (nos encontramos a menos de 200 km de la costa de Túnez), con una herencia que se palpa en su fisonomía urbana de la Casbah, que recuerda las medinas africanas, con callejuelas, arcos y patios. En este centro histórico abundan las iglesias monumentales o la Catedral que se emplazó en el mismo lugar donde estaba la Mezquita árabe.
Árabes y normandos la impulsaron arquitectónicamente, con murallas y un castillo frente al mar. Aquí se formó el primer Parlamento de Sicilia en el año 1097, y quizá uno de los primeros del mundo.
Qué ver en Mazara
El ambiente portuario es todavía dinámico y agitado desde primera hora de la mañana, con todo un elenco de personas alrededor de la pesca. Curiosamente, mil años después de la Mazara árabe son tunecinos los que trabajan en la industria pesquera, habitando el barrio árabe de la Kalsa.
Según nos adentramos al centro llegamos a la Plaza Plebiscito, con la iglesia de S. Ignazio y el antiguo ex-colegio dei Gesuiti (XVII) que posee 24 columnas dóricas y una sucesión de arcos impresionantes.
En otro de las plazas Piazza della Repubblica se asoma la Catedral normanda, que fue reformada en estilo barroco; además del Palacio del Obispado del siglo XVI y el Palacio del Seminario, de principios del XVIII. En el interior de la catedral podemos encontrar vestigios de la ocupación romana, como los sarcófagos.
La Chiesa di San Michele a Mazaro es sede del Museo Diocesano, con un rico elenco de objetos de plata y la Chiesa della Madonna delle Giummare tiene aspecto árabe-normanda. Otras de las iglesias son Santa Caterina y San Francisco, ambas barrocas y esta última ejemplo típico del barroco siciliano que no escatima en policromía. Tampoco podemos olvidar San Nicolò Regale (1124).
Del castillo normando erigido por el conde Ruggero en la actual Piazza Mokerta, apenas queda un arco, vestigio de la fortaleza costera que después de expulsar a los árabes aún tuvo que resistir ataques llegados desde África.
La Casbah es el barrio árabe que comprende San Francesco y la Giudecca, con su singular trazado de callejuelas nos transporta a África sin cruzar el Mediterráneo.
El Sátiro Danzante
El tesoro arqueológico del sátiro danzante ha hecho famoso a Mazara del Vallo. La estatua encontrada en el fondo del Canal de Sicilia de forma fortuita, cuando unos pescadores engancharon sus redes en la pieza de bronce helénica. Lo primero que izaron fue una pierna, y un año después se extrajo del fondo del mar el cuerpo, del que faltan los brazos, perdidos en las profundidades. El barco pesquero en cuestión se llamaba “Capitan Ciccio”, a cargo del capitán Francesco Adragna.
Después de la restauración llevada a cabo en 1998 se expuso en el Palazzo Montecitorio de Roma, para ser devuelta a Mazara del Vallo en 2003. Para su exhibición se creo un museo ex profeso en la Iglesia de Sant’Egidio, en el centro de la ciudad. Dada su fama ha «viajado» a París para ser expuesta en el Louvre o en Japón, en exposiciones temporales.
Con sus casi 100 kilos de peso y sus dos metros de altura, son extremadamente curiosos los ojos de alabastro y pasta de vidrio de color, un caso extraño entre los restos griegos del género ya que se piensa que la estatua del Sátiro podría ser del siglo IV o III a.C. algunos expertos piensan que podría tratarse del «satiro periboetos», nombrado por Plinio y obra del famoso escultor Prassitele; mientras que otros piensan que podría ser una réplica posterior del siglo II o I a.C.
Se sabe que es una representación de un sátiro por varios motivos, como las orejas en punta, o la postura, en la que se intuye que podría haber llevado (recordemos que los brazos se perdieron) una copa de vino en la mano, siguiendo el rito de Dionisio, a la sazón Dios del vino y los excesos.
Además del Museo del Sátiro Danzante, otros lugares como el Amphoreus de la iglesia de San Carlo, una exposición permanente de ánforas rescatadas del fondo marino; o el Mirabilia Urbis con restos de l yacimiento arqueológico de Roccazzo engrosan la propuesta cultural de Mazara del Vallo.
Fiestas y tradiciones
La fiesta más célebre de Mazara es la de su patrón, San Vito (con permiso de la Madonna del Paradiso en julio), durante la última semana de agosto, con una procesión de carros decorados y de personajes vestidos de época, que recorre la ciudad y desemboca en el mar donde se embarca a la figura del santo. También en Ferragosto la playa de Tonnarella vive la «Notte dei mille falò» con música, teatro y espectáculos culturales. Otros eventos son el rito de Aurora en domingo de Pascia
Buen vino y platos a base de pescado (pasta alle sarde o cuscus) nos esperan en los restaurantes de Mazara del Vallo que en Piazza Mokarta ofrecen vistas al paseo marítimo Mazzini.
Alojamiento en Mazara
Cerca de Mazara – Excursiones
De camino entre Trápani y Agrigento, Mazara del Vallo es un punto interesante para hacer una pequeña parada, además en los alrededores están otros puntos interesantes para visitar como Castelvetrano, la playa del Lido Tonnarella, la cala de Capo Feto, o la Cave di Cusa, la curiosa cantera de donde los griegos extraigan la piedra para hacer las columnas de los templos. Como plan de naturaleza está la visita a la reserva de Gorghi Tondi y el Lago Preola.