A diez kilómetros Sicilia adentro, desde la autostrada (autopista) que conecta Palermo y Cefalu a la altura de Termini Imerese (KM 26), una carretera que asciende a 521 nos lleva a Caccamo. Con sus casas enquistadas sobre el monte San Calogero o Eurako, Caccamo tiene orígenes sículos o cartagineses.
Su espectacular castillo normando sobre el promontorio de la ciudad tiene su origen en el siglo XI. Ampliado y reforzado en el XIII con una muralla maciza almenada, ha sido recientemente restaurado y goza de un estado magnífico, siendo probablemente uno de los castillos mejor conservados de toda Sicilia. Siglos antes tanto bizantinos, como árabes (como el famoso geógrafo Al Idrisi) referencian el centro fortificado, y con el paso de los sarracenos a los normandos, Caccamo se fortifica, convirtiéndose en refugio de los barones normandos.
La ciudad participa en las Vísperas sicilianas contra el poder angiovino, y se concede su tutela a los señores feudales aragoneses. Las continuas rebeliones de los súbditos ante los señores feudales impuestos llevaron a reforzar el castillos con muros defensivos aledaños.
En el XIX al suprimirse los derechos feudales la familia De Spuches se hace con el castillo de Caccamo, convirtiéndolo hasta su traspaso al Gobierno Siciliano en 1963 en un centro de estudios literarios y humanísticos.
El castillo alberga un salón de armas, con estandartes de las diferentes familias de nobles que lo gestionaron, además de una pintoresca colección de minerales.
En Caccamo también se debe visitarse la Iglesia Matriz (normanda) en cuyo interior se encuentran obras de Gagini y de Pietro Novelli, el convento de San Francisco con su claustro del s. XVI, la iglesia de la Anunciación y el Monte de Piedad, todos ellos en la Plaza Matrice.
Entre las manifestaciones más importantes de Caccamo se cuenta “La Castellana de Caccamo” (agosto), una representación con trajes de época de los diferentes señores del castillo.
