El libro ‘La Sicilia, impresiones del presente y del pasado’ de Gaston Vuillier es el mejor texto sobre la isla escrito a lo largo de dos mil años. Así de fácil, así de rotundo, y así de imposible de rebatir.
El ejemplar de la colección Clio y la editorial italiana Brancato recupera el texto original del escritor, ilustrador y viajero francés Gastone Vuillier. El gran desconocimiento sobre la figura de este gran artista es una de esas injusticias que no se comprenden, y que son desgraciadamente tan frecuentes en cualquier ámbito de la vida.

Dedicado por Vuillier a Giuseppe Pitré, escritor, antropólogo y literato italiano, conocido por sus indagaciones sobre Sicilia, el libro encandila a aquellos amantes de la Sicilia que desde su primer viaje a la isla se quedaron atrapados por sus misterios, su historia, sus gentes o sus paisajes.
En el libro el lector encontrará, más de 125 años después de haber sido publicado, un compendio de azares transmitidos por el viajero francés a lo largo de su periplo siciliano.
Aunque no exista aún una traducción al español del libro en sus versiones francesa o italiana, la lectura en cualquiera de ellos servirá para percibir con más intensidad la palabra justa para definir los sentimientos vividos por el escritor francés.
Que sean Goethe, entre otros muchos, los que han quedado para la posteridad como los viajeros más ilustres de Sicilia se convierte en un insulto después de leer a Vuillier .
Pocos «extranjeros» entendieron tanto Sicilia como el autor de este libro. Menos consiguieron plasmar tanta admiración, comprensión, empatía y predisposición para dejarse llevar por las olas de sicilianidad que no se acaban -ni mucho menos- en las costas de la isla. A lomos de burro, en carruaje, barco y por supuesto hundiendo sus zapatos en la tierra o ceniza isleña, Gaston Vuillier se convierte en un siciliano más.
Gaston Vuillier nos habla de una Sicilia que aún vemos hoy en día, pero también nos desvela como era una Sicilia que ya no existe. Y en esa límite temporal y físico, el lector no sabe si está soñando o recordando, no sabe si a través de los grabados que acompañan las páginas está la magia, el misticismo o la imaginación que asemeja una fata morgana que engaña como esa falsa niebla.

Hay libros que se devoran porque actúan como imanes, como si una gula lectora nos atrapase. Hay otros libros que se saborean. La Sicilia de Gaston Vuillier puede leerse de ambas formas. Recomiendo la segunda, ya que al menos en mi caso me permitió meter decenas de marca páginas para a partir de cada uno de ellos investigar o abrir lecturas paralelas.
Gracias a Gaston Vuillier hasta el más formado en Sicilia sentirá que ha descubierto cosas nuevas, refrescando otras empolvadas, pero siempre encontrando una narración muy personal.
Las ilustraciones en carboncillo son de una belleza incuestionable, captando paisajes que aún encontramos hoy en postales o en la foto delante de nuestra cámara. Además, el gran esfuerzo antropológico por captar las caras, los vestidos, las artesanías y las diferentes expresiones culturales, folclorísticas y religiosas de Sicilia, son un regalo visual como aperitivo de la lectura.
Las conversaciones con la gente siciliana son tan frescas y enriquecedoras, que lo mismo sirven para saciar la curiosidad de Vuillier o permitirnos entender por qué la Sicilia actual es heredera de sus propias acciones.
Las realidades, los problemas, los miedos de los sicilianos de finales del siglo XIX son a menudo los mismos que encontramos cuando nos sentamos a charlar en las grandes ciudades o en los pequeños pueblos del interior de Sicilia.
Y es que Vuillier no se queda solo en la superficialidad de los famosos lugares de Sicilia, ni en los sorprendentes yacimientos griegos o romanos, ni tentado del lujo de la burguesía. El francés se sienta a compartir un trozo de pan con un pastor, se mancha sus zapatos y medias subiendo al cráter de Vulcano y trata por igual al noble y al lacayo, al sabio viejo y al niño que trabaja en las minas de azufre.
Cierto es que se maravilla con el volcán Etna, que comparte las sensaciones que le produce recorrer Palermo de día y de noche, de postrarse antes la ciudad antigua de Siracusa, pero por igual es capaz de dedicar tiempo y líneas del libro a contar historias a priori menores, sustancia todas ellas de lo que es Sicilia.
Gaston Vuillier recorrerá muchos lugares, de España conociendo las Islas Baleares, Córcega, Cerdeña, Túnez o Argelia, pero a tenor del empeño que puso en relatarnos en detalle Sicilia, es posible que fuese el amor de su vida.