«Vosotros no sabéis» diccionario de la Cosa Nostra de Andrea Camilleri

Desde que publicó ‘Gomorra’ en 2006, Roberto Saviano ha tenido que moverse acompañado de escoltas, amenazado como está por la mafia napolitana. Sin embargo, nada parecido ha suscitado ‘Vosotros no sabéis’ (Salamandra), y Andrea Camilleri no ha sido víctima del ‘matoneo’. Debe ser que la Cosa Nostra siciliana que Camilleri aborda no es tan susceptible como la Camorra de Saviano. Cuestión de suerte.

"Vosotros no sabéis" diccionario de la Cosa Nostra de Andrea Camilleri
«Vosotros no sabéis» diccionario de la Cosa Nostra de Andrea Camilleri

El libro del creador del comisario Montalbano es un diccionario, y su material se dosifica alfabéticamente. Al parecer, cuando el capo Bernardo Provenzano fue hecho preso a las afueras de Corleone, la policía descubrió los «pizzini», una serie de mensajes cifrados, escritos (con códigos cifrados y faltas de ortografía) con una Olivetti.

Con semejante sistema administró Provenzano la familia más poderosa de Sicilia. Desde que Salvatore «Totò» Riina fue arrestado en 1993, él gobernó la banda de Los Corleoneses.

Camilleri procura, con el método enciclopédico de las definiciones, ofrecer una biografía deslabazada. Y de paso delimita o indaga sobre conceptos y temáticas. Provenzano es la historia viviente de la mafia (palabra que no pronuncia en los «pizzini»), y desde 1963 vivía clandestinamente.

Él, Riina y Calogero Bagarella eran los lugartenientes de Luciano Liggio, descendientes o herederos suyos. Si bien Los Corleoneses no fueron una banda/ familia, realmente ¿Qué es una familia técnicamente?

«Una familia ampliada, abierta. En ella hay un núcleo originario, una célula que le da el nombre y que está integrada por personas unidas entre sí por vínculos de sangre y parentesco. Alrededor, una extensa corona formada por amigos y amigos de los amigos de la familia…».

Ellos no estuvieron unidos por el parentesco, pero en todo caso fueron la «familia» mafiosa dominante en la isla desde los años 80. Aunque provenientes del ámbito rural, Los Corleoneses desalojaron a las familias de Palermo a tiro limpio. Y detrás estuvo Provenzano.

Huyendo siempre del Comando de las Fuerzas de Represión del Bandidaje o de las investigaciones de la Comisión Antimafia, y de sus enemigos, Provenzano se procura una carrera siniestra (robo, asesinato, tráfico de drogas, usura, impuesto del 2% por «protección»…), en fuga continuada. Se le imputan más de incontables homicidios.

Administraban la ley en sus zonas. No es la Nueva Jersey de ‘Los Soprano’, es Sicilia, atentan con escopetas de dos cañones («lupara» o «matalobos»), se confiesan con curas de fiar o se refugian de la ley en el monte. Pero dominaban su territorio:

«Casi siempre, el motivo de la sentencia quedaba claramente señalado en el cadáver del condenado: la piedra en la boca (cometió traición), los zapatos sobre el pecho (quería irse), los genitales mutilados (delito sexual), un tallo de chumbera en el bolsillo (robó dinero de la mafia), los testículos introducidos en la boca de la víctima (cometió adulterio con la mujer de un mafioso)». Se ve que aquí Camilleri, que ya ha escrito muchas novelas, deja lo fuerte para el final.

A parte de ocuparse de grandes temas de gobierno, Provenzano, quiso ser una especie de padre figurado. Mediaba entre sus subalternos. Les exhortaba a la lectura de la Biblia. El capo se hizo una especie de santón con los años, los motivos religiosos sobreabundaban en sus estancias secretas. Vivía rodeado de estampitas. Tiene frases muy similares a la que ha dicho Von Trier en Cannes («es la mano de Dios la que guía mis proyectos»). Se creía (y se cree) guiado por la Providencia.

En una especie de aproximación histórica al gangsterismo de la Cosa Nostra, Camilleri habla de un punto bajo, la difícil convivencia que tuvo ésta con Mussolini y la gran ayuda que dieron a los aliados en la entrada de tropas americanas en 1943. Y su regeneración tras la guerra. «La Democracia Cristiana se convirtió en un auténtico receptáculo de mafiosos que elegía a sus representantes en el Parlamento, al tiempo que asesinaban a los sindicalistas, comunistas, socialistas e incluso democristianos que no se sometían a sus órdenes».

Un mundo aparte
Los tiempos sicilianos que le tocaron a Provenzano, más cercanos, tienen su punto de distancia con respecto al mundo actual. El hábitat del capo es un espacio detenido, cutre y feudal. Los curas son piezas clave en esa sociedad, los ritos, las jerarquías y la familia son valores poderosísimos e incuestionables. Por ejemplo, la infidelidad está muy mal vista. Escribe Camilleri:

«Un mafioso auténtico permanece durante toda la vida fiel a la mujer que ama, tanto si está casado como si sólo convive con ella. Se trata de un pundonor absoluto, irrenunciable».

Tony Soprano y los protagonistas de ‘Uno de los nuestros’ se saltan esta norma. Y quizá muchas otras. América pervierte al inmigrante a través de las generaciones. Mientras tanto, alguien se estará desplazando ahora para ocupar el puesto vacante que dejó Provenzano. La Cosa Nostra está arraigada a su tierra seca como los olivares o las iglesias barrocas, es una tara antiquísima e insular. Es un localismo de fama universal.

Morenos de ojeras, reaccionarios gordos y bajitos, con la «lupara» al hombro, buscando atentar en alguna festividad católica o en algún entierro. Al parecer, cuando capturaron a Provenzano tenía éste una cinta con la banda sonora de ‘El padrino’, de Nino Rota. Hay películas tan auténticas que no se pueden superar ni con la realidad. A pesar del tópico que la valora en detrimento de la ficción.

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‘Vosotros no sabéis, de Andrea Camilleri. Traducción: María Antonia Menini Pagès. Salamandra, 2008. 207 páginas. 15 euros.